LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
EL VALOR DEL TRABAJO
LA SOLIDARIDAD
LA JUSTICIA SOCIAL
LA LIBERTAD
EL BIEN COMÚN
La Dignidad de la Persona Humana:
Para el peronismo, que toma del pensamiento cristiano el concepto de la persona humana, todos los hombres y mujeres poseen una dignidad intrínseca fundada en el carácter de hijos de Dios. El criterio de inviolabilidad de la dignidad humana se diferencia sustancialmente del pensamiento liberal y del pensamiento marxista, y por esta razón el peronismo sostiene una clara concepción de este valor en la construcción social, en la cual el hombre es el centro y tanto el Estado como las diversas formas de organización social están obligados a respetarlo.
La Iglesia católica - en su magisterio - ha repetido incesantemente su visión y su criterio sobre la dignidad intrínseca de la persona humana. Es desde ahí que se tiene como valor sustantivo a la persona humana como categoría básica desde donde establecer los principios de reflexión, los criterios de juicio (tan ausentes en esta era postmoderna) sobre situaciones y estructuras así como orientaciones para la acción. La persona humana como sujeto activo y responsable de la vida social, constituye la fuente de otros valores que también forman parte del cuerpo de la doctrina social (el trabajo, la solidaridad y el bien común).
La Iglesia lo ha vuelto a firmar solemnemente en el último Concilio: “La persona humana es y debe ser el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones”.
“Pensamos en una nueva Argentina, profundamente cristiana y profundamente humanista”. (Juan Perón, diciembre de 1945).
“La observación del hombre tal cual es, en sus grandezas y en sus debilidades, en su excelsa dignidad y en sus limitaciones individuales exigen el auxilio de la sociedad para el cumplimiento de su misión, de su deber y de su destino” (Juan Perón, octubre 3 de 1952).
De esta concepción de la persona humana, se deriva naturalmente el Humanismo Peronista: “El Humanismo Peronista no es intelectual ; no está separado del pueblo, es práctico, concreto, surge sobre las bases de realizaciones de nuestro país ; éstas al crear un clima de consideración a la persona humana dan el espacio necesario para desarrollar una concepción orgánica de la ubicación del hombre en esta coyuntura histórica”....“Sobre la base de nuestro humanismo, la tarea de todos los que trabajan por el hombre, se sentirá alentada por la visión del mundo mejor que nosotros auspiciamos” (Juan Perón,5 de setiembre de 1952).
El humanismo peronista está aferrado a la realidad concreta de nuestro tiempo, caracterizado por luces y sombras, por la negación cotidiana de la dignidad humana en una sociedad que va erosionando sus valores y por la vigencia del pensamiento justicialista que proclama una visión integral del hombre que lo abarca en plenitud en su condición calidad de ser material y espiritual, individual y social.
Decía Perón en 1948 “El imperialismo ruso defiende al comunismo, vale decir, la explotación del hombre por el estado. El otro grupo defiende al capitalismo, valer decir la explotación del hombre por otro hombre. No creo que ninguno sea la solución para la humanidad, en consecuencia, ninguno de los sistemas puede subsistir en el porvenir. Es necesario ir a otro sistema, donde no exista la explotación del hombre, donde seamos todos colaboradores de una obra común para la felicidad común, vale decir, la doctrina esencialmente cristiana, sin la cual el mundo no encontró solución ni la encontrará tampoco en el futuro. No creo que para solucionar los problemas que tiene el mundo puedan aferrarse a soluciones que han fracasado en los hechos, porque el capitalismo ha fracasado y el comunismo también”.
El Valor del Trabajo:
"El trabajo dignifica". Este axioma del peronismo tiene su fundamento en la dignidad superior del trabajo humano, el que, en el pensamiento cristiano es la extensión de la obra de Dios en la tierra. “Queremos una sola raza de hombres, los que trabajan” dijo Perón en reiteradas ocasiones.
El trabajo humano no es un castigo divino, sino el modo más digno de vivir que tiene una persona y una comunidad. “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” afirmaba San Pablo.
El trabajo es, a la vez, el único redistribuidor real y efectivo de las riquezas.
En estos momentos este valor adquiere una relevancia sustantiva, ya que como producto de los impresionantes cambios científico-tecnológicos, las nuevas dimensiones del trabajo se ven radicalmente afectadas en todos los órdenes. Hoy nadie puede afirmar responsablemente cual es el futuro del trabajo ni cual es el trabajo del futuro.
Las formas del trabajo también han cambiado profundamente en otras etapas de la historia (recordemos la revolución industrial).
Sin embargo, el trabajo humano mantiene su dignidad intrínseca y para quienes tenemos un pensamiento humanista y cristiano y un compromiso político, es una severa interpelación de que manera podemos generar empleos dignos para todos los argentinos.
El pensamiento “postmoderno” ha logrado permear muchas cosas en nuestra sociedad, y hoy es fácil escuchar que el que trabaja es un estúpido y el inteligente es el que especula.
La iglesia, en su magisterio manifiesta:
"Todo hombre tiene derecho al trabajo, a desarrollar sus propias cualidades y la propia personalidad en el ejercicio de la profesión y en actitud de responsabilidad, tiene el derecho a la libre iniciativa en el campo económico”
“Tales derechos implican condiciones de trabajo no lesivas de la salud física y de las buenas costumbres y que no obstaculicen el desarrollo integral de los jóvenes. Por lo que toca a las mujeres, el derecho al trabajo exige condiciones conciliables con las exigencias y sus deberes de esposa y madre. A todos les debe ser reconocido el derecho a un reposo conveniente y a la debida recreación”
La Iglesia y los derechos del Hombre.
Para la iglesia el, eje clave de la cuestión social es la concepción del trabajo, ligada directamente a la función de la propiedad, el destino universal de los bienes y los derechos de los hombres de trabajo. Si la economía, la técnica y todas las disciplinas no se inspiran en esta categoría, “son nocivas y van contra el hombre” (Homilía de Juan Pablo II en Nowa Huta, Polonia, 9 de junio de 1979).
El trabajo no es sólo una necesidad económica, sino fundamentalmente moral y por ello “el salario se convierte en la medida concreta de la justicia de todo el sistema de todo el sistema socioeconómico y de su justo funcionamiento” (Juan Pablo II, misa para los trabajadores en Trujillo, Perú, 4 de febrero de 1985).
"No puede ser el hombre para el sistema, sino el sistema para el hombre”. (Juan Pablo II, 8 de noviembre de 1978). “El fin de toda economía no es la ganancia sino la promoción de la persona" (Juan Pablo II, a la Unión Cristiana de Dirigentes de Empresa de Italia, 14 de julio de1985).
La dignidad del trabajo deviene y posee relación directa con la dignidad humana Es una categoría humanista. El trabajo es el modo de ayudar al prójimo, de construir la comunidad nacional y familiar y el ethos cultural de un pueblo.
“La comunidad argentina es esencialmente una comunidad de trabajadores, entendiéndose por tales todos aquellos que desempeñando una actividad lícita y útil laboran para la grandeza de la nación”. Perón (25.2.53)
“Cuando estructuramos el Justicialismo comenzamos por establecer que el orden de la organización del Justicialismo no se basaba en el capital, sino que se basaba en el trabajo, porque el trabajo es lo único digno que tienen hombres y mujeres. Es mediante ese trabajo que el Pueblo progresa y que la Nación se engrandece, y no mediante el egoísmo de atesorar bienes materiales. Es el renunciamiento a la vanidad y a las estupideces cotidianas lo que hace grande al hombre y se presenta a semejanza de los altos valores de la humanidad”. (Perón, ante delegados censistas en Santiago del estero, junio 19 de 1951).
El concepto peronista de la dignificación del trabajo no solo abarca el mejoramiento de las condiciones en que el mismo se debe desarrollar (salario digno, seguridad social, etc), sino también en la consideración social del trabajador. Es por ello que a Perón lo llamaban “el primer trabajador”.
En la Comunidad Peronista, el trabajo “es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume” (Perón 10.4.48).
Sin embargo, el hecho social del trabajo tiene hoy otras características y otras dimensiones que en décadas pasadas. El trabajo hoy tiene dimensiones absolutamente distintas debido a la a una multiplicidad de factores y de procesos científico-tecnológicos, económico-financieros, políticos y ético-culturales que trascienden largamente nuestras fronteras y nos impactan con fuerza arrolladora. Existe por tanto, una tensión entre la tradición del trabajo y la tendencia a la globalización y la mundialización. Esta tensión entre tradición y modernización se nos presenta en un contexto muy diverso a las décadas anteriores.
La mundialización de la que hablamos es un fenómeno que trasciende largamente el espacio productivo, financiero y comercial y tiene sus impactos directos en el área política y cultural.
Las consideraciones y las acciones políticas que se asuman sin considerar el espacio internacional no son más decisivas ni relevantes y una gran proporción de la resolución de los problemas nacionales pasa por la manera en que el país se inserta en un mundo que presenta estos cambios complejos, rápidos, y muchas veces impredecibles.
Estamos asistiendo a una tendencia mundial en la que se produce crecimiento económico sin generación de empleo. Es un hecho tan inédito como universal. La tendencia mundial es al desempleo.
En estas circunstancias, el valor del trabajo se transforma en el instrumento más válido para medir el progreso social y el desarrollo humano.
Y es sobre la base del valor del trabajo podemos determinar que no se trata de una crisis del trabajo, sino de una crisis de esta modalidad del trabajo La centralidad del trabajo no esté cuestionada. El desafío que tenemos por delante es el de descubrir la posibilidad civilizatoria de recrear una nueva forma de trabajo, más personal, más creativa, más solidaria.
Si la tendencia es inevitable, y el valor del trabajo y su centralidad no están en cuestión, los dirigentes políticos tenemos la responsabilidad de asumir responsablemente la posibilidad de fomentar los vínculos comunes.
La solidaridad suele definirse como “un sentimiento y/o acción de ayuda mutua entre dos o más personas o grupos” o como “Cooperación, ayuda o auxilio, individual o colectivo, moral o material” (Léxico de política, Ezequiel Ander Egg).
El peronismo es una expresión concreta de la solidaridad humana y social. Una solidaridad entendida en el marco de los intereses nacionales, por lo que el bien común forma parte indisoluble del valor de la solidaridad, y la comunidad organizada es la ingeniería política concreta de la misma.
El Papa Juan Pablo II, “Solicitud do Rei Socialis” califica a la solidaridad como: “Una virtud humana y cristiana. Las exigencias éticas de la solidaridad requieren de todos los hombres, los grupos, las comunidades, las asociaciones y organizaciones, las naciones y los continentes participen en la gestión de todas las actividades de la vida económica, social, política y cultural, superando toda concepción puramente egoísta”.
La solidaridad, para el peronismo es un principio fundamental del hombre, es una virtud humana y cristiana, que se diferencia radicalmente del pensamiento liberal individualista.
Para el liberalismo, la solidaridad no tiene sentido el sentido que posee para nosotros porque: “El hombre en sociedad es totalmente individual, o sea que la sociedad es la suma de individualidades”. Von Hayek (Camino de servidumbre).
LA JUSTICIA SOCIAL:
Expresión que designa la aspiración a crear un régimen social de equidad y justicia para todos los ciudadanos, sin desigualdades, injusticias y privilegios.
También se utiliza para hacer referencia a un conjunto de propuestas de partidos políticos y movimientos sociales que tienen por objeto proveer de bienestar, seguridad y orden a todos los miembros de una sociedad, sobre la base de una igualdad de derechos y obligaciones.
En otras ocasiones, su uso es más restringido se refiere solamente a las disposiciones que tienen por objeto mejorar las condiciones del trabajador o reconocer sus reivindicaciones.
La Constitución Argentina de 1949 (Art. 37, núm.6) explicitó el contenido mínimo concreto de una política de Justicia Social: posibilidades de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas; de satisfacer sin angustias las necesidades de cada persona y de su familia, de forma que le permita trabajar con satisfacciones, descansar libre de preocupaciones y gozar mesuradamente de expansiones espirituales y materiales. La Justicia Social responde a la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permite el desarrollo económico.
LA LIBERTAD:
“Condición de actuar de manera libre; estado de un ser que tiene en sí mismo las razones de sus elecciones y de sus actos. Facultad que tiene la persona de obrar de una manera o de otra, o de no obrar, teniendo en cuenta el uso de la libertad de los otros”. (Ezequiel Ander- Egg, Léxico de Política)
Para la Doctrina Social de la Iglesia, “la Libertad existe en el hombre, ser racional que tiene facultad para escoger una cosa y no otra, pero esto todavía no es la libertad, sino que es necesario que la elección sea conforme a la razón. La voluntad humana no puede ser plenamente satisfecha más que por el absoluto que es el soberano bien. De esto resulta que todos los bienes aprehendidos aquí abajo no pueden imponerse irresistiblemente y dejan una zona en la que se mueve el libre arbitrio. Iluminado por la razón el hombre podrá pronunciarse, pero no podrá hablarse de libertad auténtica más que en el caso en qué, triunfando de la ignorancia y de las pasiones en una forma más o menos grande, quiera seguir lo que su razón le indique”.
Para el peronismo, la libertad solo es posible acompañando a la Justicia Social: “La Libertad, la Justicia son fundamentos de una alegría de ser, basada en la propia dignidad”.
EL BIEN COMÚN:
El bien común puede ser definido como el conjunto de condiciones sociales que asisten y favorecen al hombre, al desarrollo de su persona. Esta expresión fue acuñada por Tomás de Aquino, es casi desconocida en el lenguaje de los politólogos, pero es ampliamente utilizada en las Encíclicas Papales y en la Doctrina Social de la Iglesia. En nuestro país, el peronismo ha sido quien más ha difundido este concepto.
“Seamos todos artífices del Bien Común, y ninguno instrumento de la ambición de nadie” (Perón, en reiteradas oportunidades)
“Con esta se designan las condiciones necesarias para permitir y favorecer el desarrollo integral de las personas en cuanto ciudadanos de un país; tales condiciones son: Paz Social, seguridad en el ejercicio de los derechos y cumplimiento de los deberes, y máxima libertad e independencia para individuos y familias”. (Léxico de política. E. Ander Egg).
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